Consiste en la pérdida del control de
las evacuaciones que da como resultado el paso involuntario de las heces. El
grado de incontinencia puede abarcar desde una pequeña pérdida con el paso de
gases hasta una pérdida completa del control de las deposiciones.
Al igual que ocurre en el caso de la
incontinencia urinaria, los cuidados no deben de estar solo centrados en el
aspecto físico del paciente sino también en su dimensión psicosocial.
Las causas más habituales que
provocan la incontinencia fecal son:
El estreñimiento crónico que hace que
los músculos del ano y los intestinos se estiren y se debiliten, dando como
consecuencia a la aparición de la diarrea y escape de heces.
Consumo crónico de laxantes.
Colectomía o cirugía del intestino.
Cirugía ginecológica, rectal o
prostática.
Problemas emocionales.
Lesiones en los músculos del esfínter
anal debido al parto.
Daño nervioso o muscular.
Hemorroides o prolapso rectal.
La incontinencia fecal no es en la
mayoría de los casos un problema irremediable. El tratamiento apropiado puede
acabar con esta situación, empezando primeramente por la identificación de la
causa que lo provoca.
Deberemos de centrarnos en la mayoría
de los casos en tratar de fortalecer los músculos pélvicos y anales así como
estimular la función intestinal normal.
Deberemos también de prestar especial
atención a la higiene de la zona perianal del paciente debido a la facilidad
con la que las posibles irritaciones y heridas puedan desembocar en úlceras e
infecciones. Por ello y aparte de mantener una buena higiene también es
importante el uso de cremas y lociones que mantengan de forma adecuada la
hidratación de dicha zona.
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